“¿Ya tiene un año y medio y todavía no anda? ”... Seguro que esto os suena, ¿verdad?.
De igual manera que cada niño es diferente sus etapas de desarrollo también
lo son. La naturaleza es sabia y, al modo de una semilla, cada niño
contiene ya en su interior todo lo necesario para crecer. Necesitamos respetarles, darle amor, y festejar junto con él/ella todos sus avances.
Nuestros bebés no necesitan que les enseñemos el camino, sino más bien que les
dejemos trazar el suyo, acompañándoles en el desarrollo autónomo y espontáneo de
su instinto.
Los escaparates rebosan de los más variados cachivaches de puericultura (taca taca, parques...) pero
casi todo es – nunca mejor dicho- accesorio. El movimiento libre basado
en la actividad autónoma favorece en el niño el descubrimiento de sus propias
capacidades, la utilización de sus propias adquisiciones, y el aprendizaje a
partir de sus propios fracasos y logros.
MOVERSE EN LIBERTAD
Emmi Pikler creó un sistema educativo basado en el respeto al niño y una
actitud no intervencionista del adulto, que permite su desarrollo autónomo. Ella
creía que se tenía que respetar el ritmo individual de cada individuo y
asegurarles todas las posibilidades de tener iniciativas autónomas, de
movimiento libre y de juego independiente.
En el enlace y vídeo podréis conocer más sobre esta pediatra húngara, que investigó sobre el papel del adulto y su intervención
en el desarrollo motor del niño.
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