sábado, 16 de agosto de 2014

CONSERVACIÓN DE LA LECHE MATERNA (I): COMPOSICIÓN

Hola a todos los lectores y lectoras de Me lo tomo a Pecho.

Vamos a empezar una pequeña serie de post dirigidos a aquellas mamás que se incorporan a trabajar y no quieren dejar de dar el pecho a sus bebés. Como veréis, no es difícil conservar la leche materna en las condiciones adecuadas para que siga siendo el mejor alimento que le déis a vuestros hijos e hijas incluso cuando no estéis con ell@s.

Lo primero que hay que saber para comprender el por qué hay que ser tan cuidadosas al manejar nuestra leche es su composición, que va a ser en lo que nos centremos hoy. La leche no es un líquido inerte, está vivo y por lo tanto requiere una manipulación diferente a la de la leche de fórmula. 

Distinguimos 4 fases por las que pasa la leche materna:

- Leche de pretérmino: antes de dar a luz, en general a partir de la semana 30 (aunque puede ser antes) muchas mujeres ven cómo ya sus pechos producen leche, pues ésta sale libremente en algunas ocasiones.

- Calostro (durante los 4 primeros días de vida del bebé): es un líquido denso y amarillo que contiene todo lo que los bebés necesitan nada más nacer. 

- Leche de transición (del 5º al 15º día): es una leche que va cambiando gradualmente y de forma diferente en cada mujer su composición hasta alcanzar las características de la leche madura.

- Leche madura: es la producida a partir del 15º día. Los datos medios son de una producción entre 700 - 900 ml por día durante el primer semestre y de aproximadamente 500 ml desde entonces, pero varía en cada una de nosotras. Además, si la mamá da el pecho a más de un niño, su producción se adaptará para tener leche suficiente.

Los componentes de la leche madura varían de una mujer a otra, de una toma a otra e incluso de un hijo a otro, pero no son variaciones aleatorias sino específicamente diseñadas para satisfacer las necesidades del bebé. En general aportará unas 75 kcal/100 ml.

COMPOSICIÓN

- Agua: 88%

- Proteínas: en torno a 0,9 gramos por ml (la concentración más baja de todos los mamíferos pero por supuesto más que suficiente para un bebé). Principalmente son proteínas en forma de caseína (30%) y proteínas de suero (70%). Estas proteínas del suero son fundamentales para el bebé, pues contienen alfa-lactoalbúminas, seroalbúmina, beta-lactoglobulinas, inmunoglobulinas, lactoferrina, etc que protegerán al bebé y a su sistema inmunológico.

- Hidratos de Carbono: el principal, la lactosa, nutriente específico para el primer año de vida que provee el 40% de la energía de la leche. Facilita la absorción del calcio y el hierro y promueve una adecuada colonización intestinal de bacterias que además inhibirán el crecimiento de bacterias, hongos y parásitos. 

- Grasa: componente más variable de la leche materna. Aumenta desde los 2 gramos por 100 ml en el calostro hasta los 4 - 4,5 gramos por 100 ml en la leche madura. Aunque permanece esta cantidad total de grasa bastante estable, su composición en los diferentes ácidos grasos es muy variable dentro de cada toma y entre mujeres. Aporta un 50% de la energía de la leche.

- Vitaminas: A (mayor concentración que en la leche de vaca), K, E, D, B12, niacina, ácido ascórbido, ácido fólico.

- Minerales: calcio, hierro, fósforo, magnesio, zinc, potasio, flúor. La leche materna contiene el doble de calcio que de fósforo en su composición, muy diferente a la leche de vaca (gran cantidad de fósforo), lo que hace hace que los bebés alimentos con leche artificial puedan presentar hipocalcemia. El hierro además se absorbe en un 70% en el caso de la leche materna (sólo se absorbe el 30% del hierro de la leche de vaca y sólo el 10% si hablamos de sustitutos.

- Otras sustancias: hormonas (oxitocina, prolactina, prostaglandinas, insulina, relaxina...), nucleótidos, enzimas y bacterias probióticas.

Todos estos componentes además de nutrir al lactante, lo protegen de enfermedades y patógenos, ya que la leche materna tiene actividad antibacteriana, antiviral, antiparasitaria y antialérgica. Además, al ser un fluído vivo, contiene elementos bioactivos irreemplazables y que además no pueden ser imitados por la leche de fórmula. La leche materna es más fácilmente digerible y al tener menor cantidad de protenína (pero en adecuada cantidad) sobrecarga menos el hígado y riñones del bebé. 

Como véis, la leche materna es un auténtico oro blanco, con todo lo que un lactante necesita para su completo desarrollo hasta los 6 meses de vida. y que junto a la alimentación complementaria se aconseja hasta los 2 años de edad o hasta que la mamá y el bebé quieran.

En el próximo post sobre este tema veremos las distintas formas de extracción y conservación para que ninguna de estas propiedades se pierda.

Podéis dejar vuestras aportaciones y sugerencias en comentarios, y si crees que esta información puede resultar útil a alguna persona que conozcas, no dudes en compartirla. 



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